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VACIEMOS EL VASO

VACIEMOS EL VASO

Es frecuente que un paciente llegue a consulta y cuente que tiene una limitación funcional importante desencadenada a raíz de un gesto, a priori, insignificante. Por ejemplo, seguro que has oído decir alguna vez a alguien que ha ido a atarse los zapatos o a girarse par coger algo y que se ha quedado “trabado”, con un dolor muy agudo y sin poder moverse.

Un error frecuente es pensar que esa impotencia funcional y ese dolor se debe única y exclusivamente a ese gesto. Primero, porque es insignificante y no guarda proporcionalidad con la sintomatología desencadenada. Pero incluso aunque el gesto hubiese sido más abrupto, como por ejemplo, y siguiendo con el ejemplo anterior, coger un gran peso, no siempre eso es lo único o lo más importante a tener en cuenta a la hora de atajar el problema.

Suelo explicarle a los pacientes que funcionamos como un gran vaso de agua. Cada vez que ocurre algo que a nuestro cuerpo le supone un esfuerzo, una tensión, un gasto de energía importante, es como si echásemos un chorro de agua a nuestro vaso. Por ejemplo, si tengo la mucosa bronquial inflamada desencadenando un cuadro de asma, cada vez que haga un esfuerzo físico, mi cuerpo tendrá una gran tensión, un gran gasto de energía. O si tengo una cicatriz en el abdomen, por ejemplo, por una cesárea, que me restringe la elasticidad de los tejidos a nivel del bajo vientre, cada vez que solicite esa zona para cualquier tipo de ejercicio, como correr o levantarme de una silla simplemente, mi cuerpo tendrá un gasto de energía extra.

Esas tensiones pueden ser en cualquier esfera (física, química, emocional o energética), y sean las que sean, suponen que nuestro vaso de agua se vaya llenando.

Retomando el ejemplo del inicio, en el que solo con atar los zapatos el paciente se queda bloqueado, la “correlación” con el vaso de agua nos va a ayudar a entender porque un gesto tan pequeño da lugar a un síntoma tan incapacitante.

Imaginemos un vaso de agua a rebosar, lleno de agua hasta el borde, pero sin derramarse. El agua está al límite pero dentro del vaso. Y de repente, con un gotero, echamos una diminuta gota de agua al interior de nuestro recipiente. ¿Cual será el resultado? Pues que el agua se derramará, y no solo la cantidad vertida con el gotero, sino mucha más. Es decir, un gesto insignificante desencadenará una reacción mucho mayor.

Y la gran pregunta es… ¿y que puedo hacer para que todo esto no ocurra? Pues muy fácil, ¡¡vaciemos el vaso!! Es decir, hagamos prevención, veamos que no funciona bien en nuestro cuerpo, cuales son las tensiones que nos suponen un gasto y reduzcámoslas. Una manera de hacerlo desde ya es con una buena alimentación, buenos hábitos de sueño y ejercicio físico. Y además de eso, en Valles Fisioterapia, te podemos ayudar con tratamientos orientados a este fin, para que tu cuerpo funcione con la menor tensión posible y tu vaso no esté al límite. Pídenos consulta y valoraremos como ayudarte a tener mejor calidad de vida.

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